Gonzalo Fernández Parrilla
Catálogo.
Reflexiones especulares.
Cruce, arte y pensamiento contemporáneo.
Organizado por la Casa Árabe. Madrid, 21 junio-21 julio 2007
Como esas obras literarias
que se resisten a ser etiquetadas, que, incluso sin haberlo buscado premeditadamente,
rompen los moldes de los géneros tradicionales, (no son novela, ni poesía
ni ensayo ni autobiografía), así en Reflexiones especulares abunda
la obra gráfica, sin duda el género vertebral de esta exposición y quizá de
toda la obra de Said Messari, pero convive con la
pintura, escultura e incluso arquitectura.
La obstinada fragmentación no sólo de géneros, sino también de formas y formatos,
nos sitúa ante una suerte de puesta en abismo que, sin alardes teóricos, constituye
un envite decidido a las fronteras genéricas y de todo tipo. Reflexión que
viene de lejos y a la que Messari había ya dedicado
sus últimos trabajos, como la serie Parabólicas o las instalaciones
de Canal Estrecho, donde abordaba las contradicciones del mundo en
que vivimos en un punto concreto de la geografía: el Estrecho de Gibraltar.
Lugar bello y atroz, el Estrecho ensanchado hasta convertirse en abismo insalvable
y mortífero. Unas fronteras arbitrarias que traspasan las mercancías, las
ondas de televisión y de los teléfonos móviles, las del mar, el aire, los
sueños, pero no las personas de carne y hueso.
El grabado en fuga de su formato tradicional emprende un viaje hacia otros
mundos, para mostrarnos que puede doblegar las formas a su versátil naturaleza,
que no es otra que la de la mano firme de quien lo trabaja.
La fuerza con la que se somete a los elementos no es agresiva. La domesticación
y flexión de la madera es amable, incluso cariñosa. Las piruetas formales
no son saltos en el vacío, sino reflejo del lento discurrir del trabajo cotidiano
y reflexivo.
Parece predominar la introspección, una especie de perspectiva interna que,
a veces, se desborda en una reflectividad que no es ensimismada sino empática
con lo que le rodea.
Los tonos tétricos de las tintas desparramadas por esas formas imposibles,
incluso de tres y más dimensiones, nos introducen en un espacio onírico y
espectral que se ve reforzado con la presencia de elementos como un cabezal
de cama de madera que, como esos talismanes de los indios nativos de Norteamérica,
parecería diseñado para atrapar nuestras peores pesadillas.
La sobriedad, a veces rayana en la tristeza, de la obra gráfica contrasta
con el color desbordante de la pintura y la instalación. Los pequeños cuadros,
que son como microcuentos, constituyen un contrapunto refractarias ventanas
de esperanza al tránsito no siempre fácil por el mundo.
La instalación, podríamos calificarla de histórica, si ese subgénero existiera.
Se trata de una obra homenaje que recorre años de España y de la vida española:
de su vida. Las coordenadas cinematográficas y literarias dejan entrever aquel
primer contacto, la pasión desbordante del rojo que todo lo inundaba en aquellos
años ahora ya lejanos. Y todo sin nostalgia.
Reflexiones especulares es un recorrido posible por ámbitos cotidianos
y formas improbables, laberintos soñados y reales. Los de la vida misma, y
los del otro lado de ese cabezal refrangible.
Evaristo Bellotti
Catálogo.
Reflexiones especulares.
Cruce, arte y pensamiento contemporáneo. Madrid
Organizado por la Casa Árabe 21 junio 21 julio 2007
Es una suerte tener a Said
Messari entre nosotros. Y que venga a exponer después de una
larga trayectoria y en un momento en el que todo en su hacer parece a punto
de precipitarse. Cómo no lo se. El caso es que Said transmite algo bueno que
viene del futuro al presente de un modo casi imperceptible, pero que cuando
uno acaba cayendo en lo que consiste, causa un cierto asombro que esté tan
cerca. No es ningún misterio. Se trata del Paraíso. La única condición para
que el Paraíso se abra al hombre es que el hombre lo tome como un presente
con dos significados: primero, un regalo que sólo tiene destinatario. Segundo,
la realización de la vida en un tiempo verbal que es literalmente nada más
que eso: presente. Nada más. El presente no es ningún misterio. Los misterios
pertenecen al tenebroso e incierto pasado o al futuro que es esencialmente
falso. El Paraíso es una pasta vítrea. El presente la pasta en caliente. De
cristal la obra. Cuando una rosa se abre nos asombra la verdad que nos regala
sólo si no buscamos el principio motor que la genera, si no enfermamos buscando
el autor que no tiene. Si en vez de indagar las normas con las que se regala
abriéndose nos preguntamos “de quién es”, la verdad de la rosa
se ve obturada por una creencia que la enajena primero, y luego la deja sin
las herramientas con las que siempre tendrá que defenderse de los obtusos
que hay por todas partes y en todas las épocas, empeñados en quererla.
El Paraíso no es Jauja, donde todo vale, sino muy al contrario un AQUÍ frágil,
donde el bienestar depende materialmente de la precisión con que el vidriero
maneje esa pasta. Sucede a menudo que el espectador ante la obra concluye
que el arte “no tiene misterios para el vidriero”. Pero no deja
de preguntarse “¿Cómo lo hará?” “Hago” contestaría
el vidriero, del mismo modo que el vivo contestaría “vivo” a una
pregunta equivalente o la rosa “abro”. No hay otro Paraíso. Ni
otro infierno que este Paraíso gobernado por el Tiempo. No digo que sea fácil
desarmar las creencias que encienden el infierno en la conciencia. Digo que
en la conciencia el Paraíso innato como el propio lenguaje está por
hacerse a cada paso. Tal como advierte el Templario a Saladino: “La
superstición en que nos hemos criado, por más que la descubramos,
no pierde su poder sobre nosotros. No son libres todos los que se ríen de
sus cadenas”.
La Ilustración viene con Said Messari del sur.
Si hubiera sitio podría impartir lecciones bajo los soportales de una
plaza o al aire libre de al menos dos disciplinas: La caligrafía árabe y la
geometría modular de origen cúfico. Aprenderíamos de la parte sin un todo
por excelencia, la buena letra de los signos caligrafiados, el sentir de la
línea que frasea. Y de los módulos la extensión, la trama infinita el absoluto.
En la obra que ocupa de un modo estelar el escaparate de CRUCE Homenaje
a la trilogía de Saura y Gades hay dos pieles, por así decirlo: la del
suelo que se levanta más que como una alfombra como una piel, la piel del
suelo, y la piel del tambor de la propia silla en la que se adivinan rasgos
muy vagos de mujeres que ¿bailan? ¿Cantan? Se diría que todo lo necesario
para fabricar un humano con la medida dada por la silla.
Said Messari, sin embargo, no ha podido librarse
de la historia. En una memorable instalación en el puerto de Algeciras Canal
Estrecho, homenaje a los desaparecidos*
450 “tapers” (recipientes
de plástico para conservar alimentos) llenos la mitad con sal marina de un
lado y la otra mitad con objetos encontrados en la arena del otro lado del
Estrecho de Gibraltar, se desplegaban sobre el pavimento en una zona concurridísima
de paso, en una intemperie geopolítica realmente espeluznante, frente al marco
de una puerta mudéjar y junto a una antena parabólica. Esta pupila parabólica
miraba a otra situada en el interior del edificio de la Terminal portuaria.
Esta segunda parabólica se dirigía allende el mar. Era exactamente “un
modo de ver” pero también y en la misma medida un modo de ser visto.
Pero en esta exposición la búsqueda de Said Messari
se desliza de un modo de ver a un modo de pensar, de pensarlo. Que en la oportunidad
de CRUCE comienza a tomar forma.
* Está
publicada en MODOS DE VER. Centenario de la Conferencia Internacional de
Algeciras y de la Junta de Obras del Puerto.Arte
de las dos orillas. 7 de abril4 de junio 2006.
...
ENCARDINADO EN LAS BÚSQUEDAS...
Rafael Canogar
Catálogo.
Serie parabólicas 2001-
Centro de estudios Juan de MARIANA, Toledo.
Organizado por la Diputación de Toledo y la Escuela de Tradoctores
de Toledo. Noviembre-Diciembre de 2003.
Escribo
estas líneas sobre Messari con la urgencia del viajero
a punto de partir; pero que no podía dejar de atender su llamada para presentarle
en un ámbito y espacio con raíces comunes para ambos, en mi ciudad de nacimiento,
en Toledo.
Said Messari es un artista marroquí afincado entre
nosotros, heredero nato de ese pasado común que nos une y a veces nos separa,
pero con el que irremediablemente estamos obligados a entendernos.
He
estado en algunas ocasiones en Marruecos y me siento muy atraído por su cultura,
por sus colores, por sus aromas. La pintura de Messari
me transporta, precisamente, a ese ámbito que va más allá de la estética.
En su obra están las raíces de su pueblo, sus texturas y colores, sus olores
y símbolos, su forma de entender un espacio pictórico, pero con la virtud
de estar, al mismo tiempo, encardinado en las búsquedas
y problemáticas de la pintura más actual.
A
los artistas contemporáneos marroquíes les tocó, con su independencia, realizar
una labor de titanes: romper con ciertas tradiciones populares de la concepción
pictórica, en su búsqueda de una identidad cultural en un mundo moderno occidental,
al mismo tiempo que conservando, o potenciando, esas mismas raíces populares
como nueva morfología de un lenguaje nuevo y propio. Y creo que la obra de
Said Messari es paradigma de esa síntesis de identidad,
de modernidad y tradición.
La obra de Said es esencialmente
plástica, rica en metáforas y con dimensiones que transcienden la bidimensionalidad
del plano pictórico. Su obra es, a veces, un espacio herido, taladrado: campo
de batalla entre el artista y la obra, donde la materia queda como testimonio
o testigo de ese cuerpo a cuerpo; en otras, la superficie crece con la incorporación
de elementos, de objetos extrapictóricos, pero que Said sabiamente incorpora dándoles
una nueva dimensión iconográfica y como portadores de ideas y mensajes. Una
obra siempre sensible y expresiva, que me intriga y seguiré desde ahora puntualmente.
... PAISAJES URBANÍSTICOS
Y MENTALES...
Gonzalo Fernández Parrilla
Catálogo.
Serie parabólicas 2001-
Centro de estudios Juan de MARIANA, Toledo.
Organizado por la Diputación de Toledo y la
Said Messari
nos tiende la mano de los colores cálidos de su mundo. Y con la misma habilidad
con la que coquetea con la fría informática, nos atrapa. De ahí quizá ese
guiño juguetón a la alta tecnología de los satélites, de esas ondas que suben
a los palacios y bajan a las cabañas, recogidas por los platos metálicos que
adornan los tejados de su tierra natal. Cautivado por esas colonias de hongos
que proliferan en los arrabales y bidonvilles
de las ciudades marroquíes, se imagina qué imágenes y mundos traen a esos
hogares. Esta nueva serie de pinturas y grabados es una reflexión en voz alta
sobre las maravillas de la aldea globalizada, pero también sobre los contrastes
crecientes.
La
parabólica es un objeto que ha pasado a formar parte de nuestros paisajes
urbanísticos y mentales. La parabólica es un símbolo de nuestros tiempos,
de las comunicaciones vía satélite y de la globalización. Pero las antenas
parabólicas de hierro ingeniosamente plasmadas en la tela tendida de modestos
bastidores están concebidas para otros usos artesanales más cercanos. Bordar.
Jugar. Pintar. Infiltrar en el arte nuestras preocupaciones.
Jugar
y pintar para estar alerta. Porque Said no pierde el referente de la realidad.
La parabólica es comunicación y, por tanto, poder. El símbolo árabe de las
parabólicas es Al-Jazeera, la cadena qatarí que
ha transformado el panorama de la información en el mundo árabe y que se ha
hecho un hueco en el mercado global de la comunicación al cubrir en directo
con sus corresponsales las invasiones de Afganistán e Iraq.
La rebelión de Al-Jazeera ha traspasado sus fronteras
naturales e irrita por su modo distinto de cubrir las noticias sobre el mundo
árabe.
Para no evadirnos por el cielo.
Con los pies en el suelo y con la mirada puesta arriba y en todos los rincones.
Imágenes evanescentes y manipuladas frente a la reflexión y a la serenidad,
frente a la sabiduría, el arte y la parabólica que apunta a todos los satélites
de Said Messari.
EL ARTE LLEVADO
A LA VIDA
Gonzalo Fernández Parrilla
Catálogo.
Obra gráfica 1988-
Edición 2001
Hubo un tiempo, no tan lejano,
en que las exposiciones de artistas marroquíes las acogían en España instituciones
como el Museo Etnográfico. Este aparente azar tiene sin duda relación con
la particular idiosincrasia de las relaciones hispano-marroquíes. A las cicatrices
-muchas de ellas sin restañar- de unas relaciones seculares, hay que añadir
el episodio del colonialismo español en Marruecos. Cabe recordar a este respecto
que una de las instituciones clave del aparato colonial español en el Norte
de África, la que se ocupaba del factor humano, se denominaba precisamente
la Delegación de Asuntos Indígenas. A la experiencia colonial hay que sumar
el broche que supuso de la involucración de tropas
indígenas marroquíes en la traumática guerra civil española.
Tras la independencia de Marruecos en 1956, las relaciones entre ambos países
han estado marcadas por una retórica evocadora de esa historia común, que
ha encubierto siempre un déficit de conocimiento de las realidades mutuas.
Ese letargo de las relaciones poscoloniales comienza a tocar a su fin con
el imparable aumento de las relaciones humanas entre Marruecos y España fruto
de la inmigración.
En
el ámbito de las artes plásticas esta tónica llegaba simbólicamente a su final
durante el año 2000 con una serie de acontecimientos coincidentes entre los
que cabe destacar que Marruecos fue país invitado en la VIII edición del Salón
Internacional de Obra Gráfica Estampa, la exposición Arte Contemporáneo
de Marruecos, organizada por el Institut Català de la Mediterrània y el comienzo
de la itinerancia de la exposición mixta Tawassul-Re.Encuentros
organizada por la Asociación del Mediterráneo Occidental. No obstante este
punto de inflexión, hay que recordar que ya en 1980 la Fundación Joan Miró
fue pionera en este terreno con la exposición Arte Contemporáneo de Marruecos.
A mediados de los noventa también el colectivo Ras el Hanut
organizaba diversas exposiciones mixtas. Son síntomas de que estas relaciones
se alejan de las retóricas oficialistas huecas y comienzan a abrirse a otros
horizontes más allá de los institucionales.
La
emergencia de la plástica marroquí contemporánea
Lo que hoy conocemos como arte marroquí moderno, aunque hunde sus raíces en
una herencia múltiple y diversa, es un fenómeno relativamente reciente. En
una tradición pictórica tradicionalmente asociada a las artes populares y
a la caligrafía, durante la segunda década del siglo XX surgió una generación
de autodidactas que ensayaron diversos lenguajes cercanos al realismo académico
de la escuela colonial y sobre todo al arte naif, abundantes en elementos
folclóricos muy del gusto de los colonizadores y muchas veces promovidos por
las propias instituciones coloniales.
Las secuelas de la experiencia colonial en las artes plásticas no son sólo
palpables en el poderoso influjo del orientalismo pictórico. En la época colonial
se fundaron instituciones que iban a desempeñar un papel crucial en el desarrollo
de las artes plásticas en Marruecos, como la Escuela de Bellas Artes de Tetuán
fundada en 1945, y cuyo primer director fue Bertuchi,
y la Escuela de Bellas Artes de Casablanca, creada en 1950.
Tras
la interrupción que los colonialismos supusieron en el hipotético curso natural
de la vida política y cultural de Marruecos, y una vez liberado del yugo del
colonialismo, políticos, intelectuales y artistas se consagraron a la búsqueda
de unas señas de identidad propias, que tuvo también su plasmación en las
artes plásticas.
Tras
la euforia independentista, en la década de los sesenta Marruecos vivió una
efervescencia política y poética -en el más amplio de los sentidos- que tuvo
su correlato en las artes plásticas con la emergencia de una primera generación
de pintores formados en el Marruecos independiente. Tras un relativo vacío
institucional en el ámbito de las artes plásticas en el Marruecos independiente
se inauguraron galerías como Bab Rouah y La Découverte,
se fundaron revistas como al-Ishara e Intégral, se nacionalizaron y adaptaron las antiguas
escuelas de Bellas Artes de Tetuán y Casablanca -por ejemplo se introdujo
como materia la caligrafía con esa vocación de entroncar con la tradición-,
se elaboraron los primeros manifiestos, se crearon diversas asociaciones de
artes plásticas y se organizaron las primeras exposiciones colectivas como
la que en 1969 se celebró en la plaza Xma el Fna de Marraquech y en la plaza
12 de noviembre de Casablanca, cuya vocación era llevar el arte moderno a
la calle, abrirse a un público más amplio, a las vanguardias, según rezaba
el manifiesto. En 1978 tenía lugar la primera edición del Festival de Arcila (Asilah) que va a contribuir
especialmente al desarrollo del muralismo marroquí. En la década de los sesenta
los artistas marroquíes buscaron aunar tradición y modernidad y modernidad.
La pintura marroquí contemporánea es una de las manifestaciones de ese proceso
de construcción de una identidad nacional que tuvo lugar en el Marruecos poscolonial.
El arte marroquí contemporáneo que se fragua en esta etapa incorpora elementos
de las tradiciones bereber y africana, del rico
legado árabe e islámico, así como se nutre de la experiencia orientalista,
abriéndose a la modernidad y a la búsqueda de unas señas de identidad propias.
A
pesar de que, como apuntó Claudio Guillén para el ámbito literario, las vanguardias
son un lujo que las culturas emergentes no se pueden permitir, la pintura
marroquí va a enlazar enseguida con las vanguardias mundiales. Los más destacados
artistas de esta primera generación de la vanguardia fueron Cherkaoui y Gharbaoui.
En
la década de los setenta los teóricos rupturistas del movimiento pictórico
marroquí van a rechazar simultáneamente el extendido recurso al arte naif,
el orientalismo folclórico y los rigores academicistas de las escuelas de
Bellas Artes.
Además
del arte naif, que nunca ha dejado de ser cultivado y cuyo estatus es hoy
en día ambiguo, otra de las corrientes iniciales que tuvo más desarrollo fue
una escuela figurativa de tintes orientalizantes,
surgida de las escuelas de Bellas Artes que en las últimas décadas del siglo
XX se abría a horizontes surrealistas. Pero una de las más poderosas tendencias
de la pintura marroquí ha sido la abstracción, tanto el expresionismo abstracto
como la abstracción geométrica que buscaba enlazar con la tradición islámica.
A estas corrientes, que cohabitan, hay que añadir otra importante tendencia
consistente en el recurso a la simbología de las artes populares, de la caligrafía,
de las artesanías del cuero y el tejido de alfombras, así como de diversos
amuletos de la cultura popular.
El exilio creativo
El conocimiento y reconocimiento de otras realidades, de la realidad de los
otros más allá de nuestro limitado horizonte se torna cada día más difícil.
Es especialmente restringido además cuando se trata de Marruecos, cuyo imaginario
anda enredado en rancios estereotipos y tópicos de turista. Por lo que se
refiere a la pintura marroquí, es todavía frecuente que al tratar de ella
se aireen cuestiones relacionadas con el estatus de la imagen en el islam o con el orientalismo pictórico, que poco o nada tienen
que ver con el rumbo seguido por la pintura contemporánea en Marruecos.
Secuela
del espíritu colonial es esa tendencia a circunscribir otras culturas en modos
de expresión primitivos. Del mismo modo que Fanon o Said han puesto al descubierto
el hábito de reducir los sujetos colonizados a su primitiva oralidad, se relega
también la expresión plástica a las artes populares o, como mucho, se tolera
el arte naif, satisfaciendo así las expectativas y necesidades de seres civilizados
y, por tanto, superiores. Cabe recordar a aquellos extranjeros de Tánger que
apadrinaban a niños de la calle y les daban pinceles para que desarrollaran
su espontaneidad indígena.
Los
polos entre los que a menudo se tiene que mover un artista procedente de otras
latitudes merecen ser recordados. Por un lado, conviene ajustarse a las expectativas
de exotismo que le otorgan su origen geográfico y cultural. Por otro, el artista
emigrado se nutre más que ningún otro de todos los lenguajes a su alcance.
Los elementos folclóricos o etnográficos se convierten en meramente anecdóticos,
son tan sólo un elemento más de universos ricos, multilingües y polifónicos,
de lenguajes esperánticos de los que todos entendemos
algo, pero que pocos llegan a comprender en su totalidad. El artista palestino
Kamal Bullata ha expuesto
en alguno de sus ensayos esta tesitura en la que a menudo se ha encontrado
en Francia, Italia o Estados Unidos. La personal síntesis que emana de la
asimilación de elementos distintos sin reniegos conduce antes o después a
rebelarse también contra los rígidos encasillamientos étnico-culturales. El
artista inmerso en la liberación de sus propias ataduras se ve así abocado
a liberarse de otras nuevas que se le imponen, rebelándose para no ser una
curiosidad etno.
La textura como una de las bellas artes
Para ser artista no basta querer serlo o aparentarlo. Si existiese una manera
de definir a Said Messari que permitiese acercarse
a los mundos que crea y a su manera de estar en el Mundo, ésta sería la sensibilidad.
Said conjuga una rara combinación de dones naturales y aptitudes aprehendidas.
Sus estudios en Mundología en diversos países avalan su sólido bagaje teórico
adquirido en esa escuela sin títulos que es la vida. Said está y vive en el
Mundo con los seis sentidos -intuición incluida-. Y esta predisposición sensorial
queda reflejada en su obra, que elabora con tesón de titán.
Formado
en esa mezcla tan característica de las sociedades poscoloniales como lo es
el haber sido formado en un centro como la Escuela Nacional de Bellas Artes
de Tetuán, heredero de la ortodoxia academicista y del orientalismo pictórico
en un Marruecos a la búsqueda de sus propias señas donde se engullían con
voracidad las nuevas corrientes expresivas mundiales, que remata con sus años
en Bellas Artes de Madrid.
El
Messari creador de esta obra gráfica es el artesano par
excellence, respetuoso con la técnica, laborioso como
una hormiga pero sin poder acallar -en el color y las formas- sus dotes de
artista.
Su
sibarítica aproximación a las texturas hace que a veces consiga esos fondos
de nieve recién caída o que reproduzca con verosimilitud la atmósfera del
fondo de los mares. Fauna y flora improbables que pueblan las simas de su
imaginación. Aguas esmeraldas de estanques encantados. Bodegones submarinos.
Mundos subacuáticos donde nos encontramos sofisticadas coreografías de algas
y peces, lluvias de meteoritos, fuegos artificiales, espermatozoides a la
carrera por fecundar atractivos óvulos multicolores que engendrarían criaturas
inimaginables. Parco en medios alusivos nos sumerge en sus mundos abisales
donde tan pronto nos topamos con talismanes desprovistos de función como entrevemos
elementos de la cultura pop española.
En esos espectaculares formatos panorámicos retrata paisajes acuáticos, luminosos,
nunca sombríos, en los que hace alarde de su personal cromatismo. Como criatura
profundamente marcada por los colores del mar, del mar Mediterráneo, está
tocado por los azules y los verdes. Pero su insaciable paleta -paladar acostumbrado
a sabores distintos y que sabe disfrutarlos todos- incorpora con naturalidad
hasta el verde del wasabi. Del Mediterráneo
terrestre le viene también ese dominio de los colores estivales, solares y
ferruginosos.
En
algunas obras se trasluce esa fascinación por la tecnología que conjuga con
un respeto sincero por la naturaleza, por el mundo en que vivimos, por las
ciudades y sobre todo por los seres humanos. Con su mirada de gran angular,
que le aleja de sí mismo, es capaz de percibir la auténtica dimensión del
ser humano.
Su
obsesión por el equilibrio no sólo se manifiesta en los colores. Sus líneas
curvas y fugaces crean recorridos inmóviles, equilibrios imposibles, movimientos
que ponen al descubierto su otra gran obsesión, que le viene de la música:
el ritmo.
La ironía vital que le anima
se trasluce también en muchos de los títulos. Sensibilidad, ironía, ritmo,
imaginación, tesón, alegría, sabores... no hay palabras suficientes. Tal vez
arte y vida, juntas.
TRIPTIC BARCELONA
Clara Miret Nicolazzi
Cicle de Pintors Marroquins
Contemporanis.
Galeria Art Factum, Barcelona.
Maig 2000.
...Said Messari,
treballador inquiet, intel. lectual
irónic i reflexio, però sobretot artista sensible i
generós, ha realitzat expressament per a la seva presentació a Barcelona una
obra, dévidents connotaciones informalistes
i d´exquisida factura, on
descobreix espais del seu imaginari, A l´artista no li agrada peró que
es parli d´acotacions
estilistiques pel fet de ser marroquí... “en art
no peso que s´hagi déspecular
amb les nacionalitats.
El llenguatge de l´art és universal i, per tant, les fronteres les posa cadascú, segons les pròpies experiencies o sensibilitats”.
De
fet, avui en dia,
la societat de la informació
i les noves tecnologies obren les portes del coneixement mutu com mai no s´hagués
pogut pensar. No hi ha
gairabé cap racó de món que no es pugui “visitar”.
Per tant, l´exotisme s´haurá de buscar més aviat en cada individu que no pas una col.lectivitat. Aixi, davant de certs interessos que no partanyen al món occidental, com exòtic i de primitivisme naif, les exposicions
programades en aquest
Cicle, ajudaran a aclarir duptes i a conèixer i valorar les propostes
dels artistes seleccionats,
com a investigaciones plàstiques
amb personalitat pròpia i sensibilitat universal.
És d´agrair la iniciativa d´aquesta petita galeria que ha sabut unir els interessos comerciales amb la difusió de propostes noves, imaginatives i
de qualitat, perquè sense cap dupte obrirà portes al coneixemet i l´estudi, però també a l´intercanvi entre cultures.
UN PINTOR
QUE PIENSA Y SIENTE EN PINTOR
Emilio Sanz de Soto
Catálogo. Visiones
cruzadas. Exposición de Federico Barranco y Said Messari.
Organizado por la Diputación de Toledo y la Escuela de Tradoctores
de Toledo, 1998.
...La obra de Said Messari es bien distinta. Es la obra de un pintor que piensa
y siente en pintor. Su obra es pues el resultado de este pensar y de este
sentir, todo ello filtrado por la nunca oculta necesidad de reducir sus medios
a lo esencial. La esencialidad de conseguir el más a través del menos, que
no otra cosa es la esencialidad de una mancha. Pero como auténtico pintor
que es, Said Messari necesita traspasar la mancha
por la mancha, por muy reveladora que ésta sea, y, en una fusión sin confusión,
técnicas mixtas, llegar a unos resultados donde reconocerse. En Said Messari, como en muchos pintores con una sólida formación
académica -por mucho que intenten olvidarla, por mucho que intenten liberarse
de ella-, esta formación siempre estará ahí, en su obra, por poco o nada académica
que ésta sea. Por ello la obra de Said Messari de
casual no tiene nada. Todo es querido, buscado, los resultados pueden ser
más o menos los deseados, pero tras estos resultados hay siempre una mente
que controla y guía la mano del pintor. De sobra sabe — y nunca nos
cansaremos de repetirlo— que sólo cuentan los resultados: la identidad
de Said Messari está ahí, en sus obras, en esas
complejas formas a las que siempre añade unos signos, supuestamente insignificantes,
una raya, una flecha ... que se nos aparecen como
interrogantes de una obra que se busca a sí misma. Y que nunca terminará de
buscarse porque esa es su razón de ser...
... CAMELOT
DE LA MANCHA CON FONÉTICA DE ORIENTE...
Malika Embarek
Catálogo. Visiones
cruzadas. Exposición de Federico
Barranco y Said Messari.
Organizado por la Diputación de Toledo y la
«
Los pintores marroquíes nos invitan a un viaje hacia el interior de nosotros
mismos »
Edmond Amrán
El Maleh
Tetuán, Bab
Essaida —la puerta afortunada—, año
de 1956, año de la independencia de Marruecos y del nacimiento de Said Messari, en ese barrio morisco y recatado con una de las puertas
más bellas de la muralla que rodea la ciudad vieja.
Madrid, La Guindalera, otoño de 1998, taller Trocatinte, con aroma a aguarrás
y barniz; y voces de chiquillos que juegan en la calle. Han pasado muchos
años desde que Said —el afortunado— asistía a la Escuela Nacional
de Bellas Artes de Tetuán, fundada durante el protectorado español por Mariano
Bertuchi, cantera de muchos pintores del norte de
Marruecos. Largo trayecto de esfuerzos y logros, en soledad y en compañía;
itinerario puntuado por esa calidad, generosidad, ánimo solidario y paciente,
para hacer amigos, para manejar paleta y tórculo, mezclar pigmentos y crear,
con sencillos materiales y con originalidad y fuerza, grabados, pinturas,
portadas de libros, carteles, acrobacias informáticas.
Pero si queréis encontrar a Said, habréis de buscarlo en su país imaginario,
donde no existe la prisa, ni la competitividad, ni la ambición, ni el artificio,
su Camelot de La Mancha con fonética de oriente. Si queréis encontrar a Said,
preguntad por Pelahustán. Si queréis conocer al
artista leed en su obra. Hoy quiero
leeros la pintura de Said Messari.
Cuando te has acostumbrado a leer las palabras que van formando frases y silencios,
que van formando textos que hablan de otros textos, y ese código de escritura
lo llevas tan dentro que ya no se te resisten sus misterios, porque te conmueven,
porque ya son tuyos, resulta difícil leer la pintura. ¿Se puede narrar la
pintura?
Respetuosamente esperaré a que sus cuadros me llamen. Esperaré pacientemente
—y con mirada virgen— a que esos trazos vivos, sombras y transparencias,
lianas y arañazos de color, me busquen, como me busca y me encuentra la poesía.
Y, de pronto, siento ese mismo zarpazo del verso que me habla y son amarillos
de arena, de tierra y de sol, y se agitan como olas de mar enfurecido. Y son
amarillos de paja seca, de tierra de grietas, y se estancan y sosiegan como
la hierba cortada. Y son formas redondas, pequeñas y tímidas que sólo irrumpen
despacito, o enormes rocas inertes/úteros fecundos que me provocan por su
volumen, me interrogan e intrigan. Y no sé qué son pero están y me llaman.
Me hablan a mí y ya no estoy sola. El blanco se ha vuelto luz y las líneas
movimiento. ¿Y el negro? También hay negro. Pero sólo es un juego: apostar
por la oscuridad y hacer trampa para que gane la luz. Colores, texturas y
formas que me hablan de espacios abiertos conquistados. Y son derroche de
otoño en marrones heridos de frío azul. ¿Se puede oír el color? Y es música
alegre y es un viaje hacia el interior de nosotros mismos y ya no estamos
solos. Estamos en Pelahustán.
Madrid, otoño de 1998
VOLVER A
NOMBRAR
Fanny Rubio
Catálogo “Consecuencias”
exposición de pintura.
Organizado por la Asociación de Amistad Hispano-árabe, Madrid. 1987
Dentro de la pintura de Messari cabe un extenso repertorio: rostros, niños, casas,
pantallitas y objetos múltiples, trazos y simetrías que, a través del espejo
del arte, se trascienden.
Pintor
de temas en otras etapas de su obra, inaugura en los últimos tiempos un proceso
de reflexión que lo conduce, por encima de los significados, hasta un espacio
no instrumental en el que no parece decidir sus temas, sino, por el contrario,
asumir el sueño de la forma dejando que ésta opere en su trabajo con absoluta
libertad.
Alerta
esta pintura la aparente estabilidad de etapas anteriores. Muestra su propia
crisis, vivida en vertical, hasta el fondo, donde vela la luz, en tanto proyecta
reencender el trazo. Esa es también la criss del
sujeto contemporáneo que ha de buscarse más allá del tutelante
tema y del estratégico significado.
El
resultado de esta ascesis ya se observa en la transparencia de las Composiciones
(2) que cierran esta muestra. Messari ha sabido
integrar sus verdaderas referencias en lo que hace, una vez que narró los
elementos que conforman su mundo. Pero además, ha indagado, con la experiencia
del color, en las zonas en sombra para, sin ser epígono, volver a nombrar
la tradición para redescubrirla.
Madrid, otoño de 1998
...APORTACIONES
GENUINAS...
María Luisa Borras
Sobre la primera
expoxición de pintores árabes contemporaneos en el Museo arquiologico
de Salamanca.
Periódico La Vanguardia. Domingo, 3 Junio 1984
...En cuanto al pintor de
Tetuán Said Messari, que conocíamos por su ilustración
del poema de Nizar Qabbani
Diario de una ciudad que se llamaba Beirut, protagoniza una de las
aportaciones más genuinas y originales. Para empezar su espacio pictórico
aparece dividido en una serie de recuadros de imágenes y de silencios. En
lugar de contar una historia, esta compartimentación alude a la compartimentación
inherente al arte islámico. Si en la pintura occidental el tema exige y determina
el suporte y el formato, en el arte islámico es el soporte quien requiere
una determinada decoración, ya sea el suporte un elemento arquitectónico,
una cerámica, un tapiz o la página de un libro. Y no digo con ello de las
imágenes de Said Messari tengan carácter decorativo.
Son imágenes enigmáticas que empiezan por escapar a la clasificación, porque
siendo abstractas por su específica reducción a la línea , forma y color sugieren,
a pesar de ello, más que cuentan, escenas y paisajes del mundo, para nosotros
exótico...